Regocijo en Tlaxcala por la canonización de los Tres Niños Mártires

23 de marzo de 2017/Tlaxcala/redacción

En las parroquias de Tlaxcala y en la sede estatal de la Diócesis fue recibida con asombro, sorpresa y regocijo la noticia de que este jueves el Papa Francisco autorizó hoy la declaración como santos de Antonio, Cristóbal y Juan, conocidos como los niños mártires de Tlaxcala.

La promoción fue iniciativa del ex obispo Francisco Moreno Barrón, quien dejó vacía la representación de Obispo en la entidad, para irse como arzobispo de Tijuana, pero que estaba al pendiente de los avances de la iniciativa de los Tres Niños Mártires

De acuerdo a la sala de prensa del Vaticano, el pontífice aprobó las recomendaciones de un grupo de cardenales y obispos de la Congregación para las Causas de los Santos, quienes votaron a favor de la canonización de los adolescentes.

La aprobación tuvo lugar durante una audiencia que concedió Jorge Mario Bergoglio al prefecto de esa congregación vaticana, el cardenal Angelo Amato, este viernes.

Así, el Papa dio luz verde para que los jóvenes indígenas sean elevados al honor de los altares, pero aún falta que el mismo Francisco determine cuándo y dónde se llevará a cabo la ceremonia de canonización, durante un próximo Consistorio ordinario (reunión con cardenales).

De gran veneración popular, Antonio, Cristóbal y Juan son consideradores los primeros mártires de todo el Continente Americano; se convirtieron al cristianismo tras ser evangelizados por los frailes franciscanos y dominicos.

Los misioneros franciscanos llegaron a México-Tenochtitlán en 1524, tres o cuatro años de su muerte, dividiéndose en cuatro regiones: México, Texcoco, Huetzingo y Tlaxcala.

Cristóbal, llamado también con el diminutivo “Cristobalito”, nació en Atlihuetzia (Tlaxcala) entre 1514 y 1515; era el hijo predilecto y heredero del cacique Acxotecatl. Asistió a la escuela de los misioneros franciscanos.

Tras una discusión, el muchacho comenzó a romper los ídolos paganos de su padre y este último urdió un plan para asesinarlo: lo molió a golpes y luego lo tiró a un fuego. Aunque su madre lo salvó, murió unos días después. Todo ocurrió en 1527, Cristóbal tenía 13 años.

Antonio y Juan nacieron entre 1516 y 1517 en Tizatlán (Tlaxcala). Antonio era nieto y heredero de un cacique local, mientras Juan era su servidor; ambos asistían a la escuela de los franciscanos.

Ellos decidieron acompañar a unos frailes en una expedición a Oaxaca, para fungir como intérpretes ante otros indígenas. En Cuauhtinchán, Puebla, fueron atacados por algunos lugareños mientras recogían los ídolos de barro.

Primero golpearon con palos a Juan, quien murió al momento. Antonio fue apaleado hasta perder la vida tras reclamarle a los asesinos. Sus cuerpos fueron tirados en un terreno cerca de Tecalco, pero fueron recuperados y trasferidos a Tepeaca, donde recibieron cristiana sepultura.

Los tres niños mártires de Tlaxcala fueron declarados beatos por el Papa Juan Pablo II en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe de la Ciudad de México, el 6 de mayo de 1990.

Este día, el Papa Francisco también autorizó que sean declarados santos Andres de Soveral y Ambrosio Francisco Ferro, ambos sacerdotes, y Mateo Moreira, feligrés, quienes fueron asesinados con otros 27 mártires en Brasil el 16 de julio y el 3 de octubre de 1645.

Mientras en Tlaxcala se aceleran los trabajos para construir en la localidad de Atlihuetzí lo que será la basilica de los Niños Mártires que es una construcción que data del siglo XVI y que está en promoción para su rescate y rehabilitación.

 

 

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