Muchos de los casi 3.000 migrantes centroamericanos que han llegado a la frontera de México con California dicen que no se sienten bienvenidos en la ciudad de Tijuana.
La gran mayoría acamparon en un complejo deportivo de la ciudad mexicana, durmiendo en un campo de béisbol de tierra y bajo las gradas. La ciudad abrió el complejo después de que otros refugios se llenaron hasta el límite de su capacidad. Algunos grupos eclesiásticos proporcionaron duchas portátiles, sanitarios y lavabos, además de repartir café y donas.
Sin embargo, el alcalde ha calificado la llegada de los inmigrantes como una “avalancha” que la ciudad no está preparada para soportar, mientras que algunos lugareños les han gritado insultos.
Es un marcado contraste con las muchas comunidades mexicanas que recibieron a la caravana con carteles, música y donativos de ropa después de que entrara a México hace casi un mes.