Cientos de migrantes centroamericanos que se acercaban a la frontera estadounidense desde México se vieron envueltos en gas lacrimógeno el domingo después de que varios intentaron saltar la cerca que separa ambos países.
Horas antes, un grupo de migrantes escenificó una marcha pacífica para exhortar a Washington a que agilice el proceso de solicitud de asilo, pero la protesta se desfiguró a medida que se acercaban al cruce hacia Estados Unidos y algunos atisbaron una oportunidad de pasar la frontera.
Agentes estadounidenses lanzaron varias rondas de gas, según un reportero de The Associated Press que estaba en el lugar, después de que los migrantes intentaron penetrar la frontera por varios puntos: a través del alambre de púas, saltando cercas y arrancando láminas de metal.
Los niños gritaban y tosían en el caos que se desató por el gas, el cual fue arrastrado por el viento hacia personas que estaban a cientos de metros de distancia sin intentar ingresar a Estados Unidos.
A algunos metros de distancia en el lado estadounidense, compradores ingresaban y salían de un centro comercial.
La hondureña Ana Zúñiga, de 23 años de edad, dijo que vio a los migrantes abrir un pequeño agujero en el alambre de púas del lado mexicano de un dique, ante lo cual los agentes arrojaron el gas.
“Corrimos, pero cuando uno corre más le asfixia el humo”, le dijo a la AP mientras cargaba a su hija Valery de 3 años.
Helicópteros de la Patrulla Fronteriza estadounidense sobrevolaban la zona, mientras que agentes de Estados Unidos vigilaban detrás de la cerca en California. Los cruces peatonales en el puerto de San Ysidro fueron cerrados tanto en las instalaciones en el este como en el oeste, indicó la oficina de la Patrulla Fronteriza en San Diego vía Twitter. Todo el tránsito norte-sur y viceversa dejó de fluir.
Horas antes el domingo, el grupo de varios cientos de migrantes centroamericanos superaron a una línea de policías mexicanos apostados cerca del cruce internacional. Aparentemente pasaron fácilmente sin recurrir a la violencia, y algunos de ellos se exhortaban entre sí a comportarse pacíficamente.
Los migrantes portaban banderas estadounidenses y hondureñas hechas a mano. La policía les pidió que se regresaran de vuelta a México.
Unos 5.000 migrantes han estado acampando en el interior y en los alrededores de un complejo deportivo en Tijuana tras recorrer México en las últimas semanas como parte de una caravana. Muchos tienen la esperanza de solicitar asilo en Estados Unidos, pero los agentes en San Ysidro están procesando menos de 100 peticiones diarias.
Ireneo Mújica, que ha acompañado a los migrantes durante semanas como parte del grupo activista Pueblo Sin Fronteras, dijo que el objetivo de la marcha del domingo hacia la frontera con Estados Unidos era hacer que la difícil situación de los migrantes sea más visible para los gobiernos de México y Estados Unidos.
“No podemos tener a toda la gente allí”, le dijo Mújica a la AP.
Juan Manuel Gastélum, alcalde de Tijuana, declaró el viernes una crisis humanitaria en esta ciudad fronteriza de 1,6 millones de habitantes, que dice pasa apuros para darle alojamiento a la gran cantidad de migrantes.
El presidente estadounidense Donald Trump expresó el domingo en Twitter su descontento con las caravanas en México.
“Sería muy inteligente si México detuviera a las caravanas mucho antes de que lleguen a nuestra frontera sur, o si los países de donde provienen no les permitieran crearlas (es una forma de que saquen a ciertas personas de su país y las echen a Estados Unidos. Pero ya no)”, escribió.
La Secretaría de Gobernación de México informó el domingo que el país ha enviado a 11.000 centroamericanos de vuelta a sus países de origen desde el 19 de octubre. Indicó que 1.906 de ellos eran integrantes de las últimas caravanas.
México se encamina a deportar a unos 100.000 centroamericanos para fines de año.