Pobreza y riqueza: delegados del IMSS en Tlaxcala

 

Pincel de Luz

Pobreza y riqueza: delegados del IMSS en Tlaxcala

Alberto Aguilar.

Los Delegados Federales del IMSS en Tlaxcala así como llegan se van. Duran poco. Son una especie de visitadores, recaudadores, comendadores de favores y privilegios. Asumen una postura que poco los compromete con los trabajadores o derechohabientes.

La renuncia de Germán Martínez a la titularidad del IMSS exhibió lo que ya se sabe: el Instituto Mexicano del Seguro Social está en crisis y en quiebra permanentes por el despilfarro, la corrupción y, ahora, en explícita angustia por el espíritu de pobreza y austeridad que impone la mano necia de Andrés Manuel López Obrador.

Si bien el Presidente de la República hace uso de sus facultades para apostar a sus propias utopías, en Tlaxcala ha llegado el Delegado Federal Gabriel Pérez Corona a ejercer una especie de apostolado trasnochado, reitera un discurso de pobreza y habla y expone temas médicos que contradicen rotundamente sus títulos universitarios.

El doctor Gabriel Pérez Corona asume un papel de cura de aldea. Se presenta afable y muy educado pero no consigue derrotar sus impulsos deshumanizados en el trato directo con sus subordinados. Confundido, interpreta que maltratar a los de mayor rango es hacer justicia para los que en organigrama están abajo. Ignora que si la vida es efímera, más pasajero es su cargo.

Tlaxcala ha recibido cada sexenio estatal a cualquier escoria vil –manifestada en múltiples personajes– con capacidad de  saquear a este pueblo callado para obtener el mejor botín con la divisa de ser buenos mexicanos.

Delegados en Tlaxcala los ha habido desde aquel personaje norteño, rudo y brabucón, que si no se le presentaba en la mesa al invitado principal: el papel moneda, despedía con insultos a cualquier empresario –con la justificación de que si no hay moche es perder el tiempo– hasta el actual Delegado Federal Gabriel Pérez Corona: mezcla de prefecto de secundaria, coach gubernamental, juez moral, mesías delegacional.

Salvajes o inmaculados, los Delegados Federales del IMSS en Tlaxcala asumen que, más allá de su salario, vienen a hacer un gran favor al aceptar trabajar para los tlaxcaltecas.  Con esta actitud vomitiva, estos abusadores han ido conociendo de las tradiciones, la cultura y la majestuosa Malintzi como escenario –sumado a la repentina encarnación de la “tlaxcaltequidad”–, para compaginar ideologías y así fincar propiedades y amigos y socios para legitimar la usurpación que les es impune.

La pobreza real del IMSS está en la mente anémica de sus Delegados Federales. Pocos han logrado tener altura de miras. El actual Delegado Federal, por ejemplo, rinde un informe en el que presume la remodelación de fachadas como lo más trascendente de su gestión,  prueba palpable de su ridiculización como funcionario federal.

Vigilar que nunca ocurran negligencias médicas, desabasto de medicamentos o muertes maternas no es ni el todo ni lo máximo exigente. El doctor Gabriel Pérez Corona presume de incorruptible e inmaculado; al tiempo se sabrá si esto es verdad. Mientras no demuestre proyecto institucional realizable, seguirá montado sobre un  camello famélico que, en su loca fantasía, el doctor Gabriel Pérez cree sacar fuego como si volara sobre un dragón de muy altos vuelos.

 

 

 

 

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