El alba más triste, muere Luis Eduardo Aute

El alba más triste, muere Luis Eduardo Aute

CDMX/ 04 /04/2020

El cantautor español falleció este sábado a los 76 años de edad en un hospital de Madrid, tres años y medio después de sufrir un infarto que le dejó secuelas insuperables.

Luis Eduardo Aute Gutiérrez falleció este sábado a los 76 años de edad en un hospital madrileño, tres años y medio después de sufrir un infarto que lo mantuvo postrado durante los últimos tiempos, informó su familia.

Tras varias estancias en hospitales, entre ellos uno cubano, Aute Gutiérrez (Manila 1943-Madrid 2020), permanecía en su casa, cuidado por su familia y este viernes ingresó en el centro sanitario madrileño en el que falleció, según informaron fuentes familiares.

Las mismas fuentes ignoran cuándo y cómo podrá ser su sepelio, debido a las restricciones en toda la comunidad de Madrid para la instalación de capillas ardientes, prohibidas independientemente de la causa del fallecimiento.

Émulo de las vanguardias, fumador empedernido, galán pícaro, cantante protesta primero y confesional después, testigo del 68, cronista de humor woodyalleniano… Toda la cultura de la segunda mitad del siglo XX se podría resumir en la vida de Luis Eduardo Aute, que fue cantautor, escritor, cineasta y pintor.

Al principio, Aute era un aspirante a pintor que entró a estudiar la carrera de aparejadores sin éxito. Estuvo en Francia a partir de 1963 y tuvo la habitual educación intelectual de la burguesía culta de esa generación: cine de la Nouvelle Vague, canción francesa, filsofía post marxista…

El clic que cambió su vida llegó un poco después, en un viaje a Brasil como pintor. En América descubrió a Bob Dylan y el hallazgo dirigió a Aute hacia la canción.

«Mientras quede un ser humano que considere a los demás como seres humanos y no como material negociable, el mundo puede tomar otro derrotero.»

¿Qué fue lo que hizo distinto a Aute entre tantos admiradores de Dylan?

El amor y más concretamente, el sexo. Hasta su irrupción, el sexo que cantaban y practicaban los cantautores españoles olía a pana mojada.

En España se hacía el amor contra algo: contra la Iglesia, contra el franquismo, contra la generación precedente.

Todo formaba parte de una lucha por algo más importante: la libertad, el cambio, el futuro.

Pero, ¿qué hay más importante que el sexo, que la vida, que el arte? Aute lo tuvo claro, y aunque su canción más conocida,

“Al Alba”, entra dentro del canon cantautoril (la historia de los últimos fusilados por el aparato franquista), ha pasado a la historia por el resto de su producción, vitalista, hedonista, erótica y admiradora de la belleza. Todo sin grandes aspavientos, despacito, Slowly.

Aute nació en Manila, hijo de un catalán destinado en la compañía de tabacos de Filipinas y de una descendiente de emigrantes españoles. Fue durante la Segunda Guerra Mundial, en pleno horror de la invasión japonesa del archipiélago.

Allí, frente al malecón, era un niño que miraba al mar, como recordó en uno de sus últimos discos. Su familia se instaló en España siendo él niño y entonces se manifestó que el pequeño Luis Eduardo tenía un don para las artes. Y no para uno en concreto: Aute fue músico, escritor, guionista, cineasta, pintor y hasta artífice de una obra que reunía todas las facetas anteriores en forma de película de dibujos animados, “Un perro llamado dolor”.

Fue también un hombre que buscó y gustó de la compañía de los demás: Joan Manuel Serrat, Joaquín Sabina, Silvio Rodríguez o Pablo Milanés compartieron escenario y proyectos con él, mientras que su plácida forma de estar en el mundo atrajo la atención de los músicos más jóvenes, que se reconocían más en él y en su aproximación al pop que en otros de sus contemporáneos.

Christina Rosenvinge, Xoel López, Amaral y hasta Mecano (cuya primera aparición televisiva fue con una versión de Al alba) reconocieron su importancia en plena moda del linchamiento de cantautores.

Aute era inquieto y andaba preocupado porque se le acabase el tiempo. En una reciente entrevista, con motivo del concierto de celebración de sus 50 años en la música, este 2016, lo explicaba mientras encadenada un cigarrillo tras otro ante la atenta mirada de su perra.

“El tiempo empieza a existir a partir de una edad. Hasta, digamos, los 50, no es un tema que te ocupe, porque te queda todo el tiempo.

Pero llega un momento en que se convierte en algo presente y preocupante. Me preocupa la falta de tiempo y tengo la angustia de aprovechar al máximo el que me queda.

Por eso no tengo móvil ni Facebook ni Twitter. Porque soy muy adictable y si me meto ahí me hago adicto. Me aterra esa posibilidad”.

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