Pincel de Luz
Alberto Aguilar.
Las inquietudes ciudadanas conminan a meter mano en la cosa pública, hurgar, hacer con lengua y ademán práctica política; hablar, pues, a calzón quitado, aunque a la hora de volver la mirada a la ropa interior del poder todos se hagan de la vista gorda.
Ha divertido al Presidente Andrés Manuel López la última subasta hecha por el Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado (Indep): un lote de más de 10 mil 710 calzones ofertados en 306 mil 400 pesos en el complejo cultural Los Pinos.
A la hora de la hora, de la subasta, los asistentes recargaron la mirada y su dinero en intereses anticipadamente definidos. Se inclinaron por la compra de rollos de lona, vehículos, botas industriales, enseres domésticos, celulares, vajillas, maletas de viaje, pero de ninguna manera por las pantaletas ofrecidas públicamente.
¿Qué le divierte al Presidente de la República? La alta moralidad de los mercaderes en la subasta. La ropa interior no es más que una mercancía común, necesaria. Sin embargo no quieren adquirir lo que, decomisado, representa simbólicamente aquella prenda que oculta y protege esa parte del cuerpo que desprende fluidos y olores escatológicos, vomitivos, aversivos, de asco inmediato (imagine sin ternura los excrementos de un ser de escasos meses de nacido, de un anciano o del que no sea ni lo uno ni lo otro hacia quien existe de verdad nulo deseo).
Es decir, relacionaron los calzones subastados con lo que la política mexicana ha querido negar y hacer invisible: mierda y orín embarrados en la ropa íntima que en lo cotidiano y al paso de los años y las décadas ha sido el ejercicio del poder que viene de la Presidencia de la República cual diseñadora que dicta moda y vence honestidades.
La subasta de calzones resultó frígida, tanto que fue declarada desierta a pesar del entusiasmo que le puso el martillero a la puja. No podía ser de otro modo. Trastoca tu intimidad y la mía, y en ese derecho a mantener nuestros secretos, nos gusta la idea de que somos pulcros y limpios, sin mácula, con ninguna posibilidad de corrompernos y faltarle al respeto al desarrollo del país y a los esfuerzos de cualquier ciudadano que habite la geografía mexicana.
Sacar los trapitos al sol incluye, por supuesto, exhibir la ropa interior; en el diseño y desgaste de estas prendas mínimas se permite otorgar la palabra a una parte de la verdad que nos incluye obligadamente. Emite nuestro proceder escondido, del que pocos saben, del que algunos tocan y trastocan. Y ya sabemos que el tendedero es lo que de boca en boca dice el ciudadano, tomado de lo visto y oído, interpretado y vuelto verdad irrefutable no sin elementos de narrativa alimentada por la imaginación y superando a esta por la irrefutable prueba de hechos.
La 4ª Subasta con sentido Social de Bienes Inmuebles reiterará en deshacerse de lo que incautado tiene en bodegas, mientras que el ciudadano seguirá sucumbiendo a la deliciosa seducción de la política, pero cómo decir no si es atractiva desde siempre con esas bragas finas de fina tela destinadas a mediatizar la carne y a sugerir su ofrecimiento. En el paisaje de la cosa pública, pasean como nubes esenciales.