Por: Luis Jesus Morales
La historia de Pachita, la chamana mexicana originaria de Parral, Chihuahua, es una historia sorprendente sobre una curandera que realizó operaciones imposibles. Pachita, también conocida como Bárbara Guerrero, fue educada por un chamán de origen africano después de que fuera abandonada por sus padres. A lo largo de su vida, Pachita tuvo diversos trabajos, desde vender lotería hasta formar parte del ejército de Pancho Villa.
Finalmente, Pachita se estableció en la Ciudad de México, donde ejerció el oficio de curandera en un consultorio en la famosa Casa de Brujas. Allí realizó sus famosas operaciones psíquicas, que atrajeron la atención de científicos, escritores, políticos y otras personalidades.
Pachita afirmaba estar poseída por el espíritu de Cuauhtémoc, a quien llamaba «Hermanito», y aseguraba que él era quien realizaba las inexplicables psíquicas. Para realizar la operación, el paciente debe traer una sábana, un litro de alcohol, un paquete de algodón y seis rollos de vendas, materiales para su operación y recuperación.
Las operaciones se realizaron en una habitación en penumbra; el paciente tendía su sábana sobre un colchón y se recostaba. Entonces, Pachita tomó un viejo cuchillo de cocina y sin anestesia cortó la piel del enfermo, extirpaba el órgano afectado y materializaba uno sano en su mano. Según Alejandro Jodorowsky, el órgano era absorbido por el cuerpo del paciente, y después, Pachita posaba sus manos por encima de la herida y esta se cerraba sin dejar rastro.
Pachita invitó al neurofisiólogo Jacobo Grinberg y al escritor y cineasta Alejandro Jodorowsky a formar parte de su equipo, ambos presenciaron las cirugías, fueron testigos de la materialización de órganos e incluso palparon las heridas de los pacientes. A partir de sus vivencias junto a la chamana, Jacobo creó la teoría sintérgica, según la cual Pachita poseía un control extraordinario sobre la materia y la energía.
Se decía que Pachita era capaz de controlar la láttice, lo que contiene la información de todo el universo a través de su mente en estados superiores de conciencia, lo que le permitía materializar objetos y órganos sanos para trasplantar a sus pacientes. Pachita insistió siempre en que su don debía servir a los demás, por lo que jamás cobró un peso por sus curaciones.
Pachita murió en abril de 1979, y se dice que su cuerpo siguió emitiendo calor durante tres días. Su legado, sin embargo, sigue vivo en la memoria de quienes la conocieron y en la teoría sintérgica que creó Jacobo Grinberg a partir de su trabajo con ella. Pachita pasó a la historia como la chamana más poderosa de México, una mujer que realizó operaciones imposibles y cuyo don sigue siendo objeto de estudio y asombro.