Se destinaban 120 MDP para la renovación del mercado Emilio Sánchez Piedras y los locatarios no los aceptaron
Local. A 21 de diciembre de 2023. Redacción
El mercado Emilio Sánchez Piedras en Tlaxcala fue inaugurado el 8 de septiembre de 1980 durante la administración de Emilio Sánchez Piedras y con un costo de 62 mdp, que a la fecha no tiene ninguna remodelación significativa. 500 locatarios se han apoderado del mercado y afectan al resto de la población que tiene soportar un mercado sucio y peligroso.
Ubicado en el centro de la ciudad de Tlaxcala, es un ejemplo de cómo el abandono, la falta de visión y la resistencia al cambio pueden convertir un espacio público en un foco de inseguridad, insalubridad y conflicto.
Hace ya 43 años, y desde entonces no ha recibido una remodelación significativa que lo adapte a las necesidades y exigencias de la población actual. El deterioro de sus instalaciones es evidente, y el riesgo de accidentes e incendios es alto, como quedó demostrado la madrugada del miércoles, cuando un fuego arrasó varios locales del interior del mercado, causando pérdidas materiales y poniendo en peligro la vida de comerciantes y clientes.
Sin embargo, a pesar de esta situación crítica, un grupo de locatarios se ha opuesto sistemáticamente a cualquier intento de renovación o reubicación del mercado, alegando que perderían su clientela y su fuente de ingresos. Estos comerciantes, que se han apoderado del mercado y de sus alrededores, han ignorado el interés general de la ciudadanía y han antepuesto sus intereses particulares, sin importarles las consecuencias de su actitud.
Un ejemplo de ello es el rechazo que manifestaron al proyecto de remodelación del mercado que presentó la Secretaría de Desarrollo Agrario Territorial y Urbano (Sedatu), con un presupuesto de 120 millones de pesos (que ahora se han perdido por no haberse aprovechado), enviado por la federación en esta administración del presidente Andrés Manuel López Obrador en 2021. Este proyecto buscaba mejorar las condiciones de infraestructura, seguridad, higiene y accesibilidad del mercado, así como impulsar la actividad económica y el desarrollo urbano de la zona.
Los locatarios se negaron a aceptar esta propuesta, argumentando que no habían sido consultados y que no estaban de acuerdo con el diseño y la distribución de los espacios. Además, se mostraron reacios a salir temporalmente del mercado mientras se realizaban las obras, y exigieron garantías de que podrían regresar a sus mismos locales una vez terminadas.
Esta actitud obstaculizó el avance del proyecto y generó un clima de tensión y confrontación entre los comerciantes y las autoridades, así como entre los propios locatarios, pues no todos estaban en contra de la remodelación. Algunos de ellos reconocieron la necesidad de modernizar el mercado y de aprovechar la oportunidad que les brindaba el gobierno federal, pero se vieron presionados y amenazados por el grupo mayoritario que se oponía al cambio.
Otro aspecto que evidencia el desorden y la falta de regulación que impera en el mercado Emilio Sánchez Piedras es el anexo donde se encuentra la ropa y diversos productos, que representan un riesgo para la movilidad y la seguridad vial, pues expanden sus productos invadiendo la banqueta, e incluso hasta la mitad de la calle, impidiendo que los peatones y los automovilistas puedan circular con normalidad. Además, estos comerciantes se apropian del espacio público para estacionar sus vehículos, como si fueran dueños de la calle, sin respetar las normas ni las señales de tránsito.
Esta situación tiene años en este mercado sin que ninguna autoridad se atreva a regularlos, por temor a enfrentarse a la reacción de los locatarios, que han demostrado su capacidad de movilización y protesta.
Ante este panorama se debe lograr una solución que beneficie a todos los involucrados, sin que se pierda la oportunidad de transformar el mercado Emilio Sánchez Piedras en un espacio digno, moderno y funcional.
