Como cambiar tus hábitos puede contribuir a la preservación del agua y la salud
Medio ambiente y salud. A 08 de Febrero, 2024. ✍️ Sunashi Rivera
Datos recientes de la Universidad de Yale revelan que en 2019, México lideró la lista de países con mayor consumo de refrescos, alcanzando 163 litros por persona al año, superando en un 40 por ciento a Estados Unidos, que ocupó el segundo lugar con 118 litros.
Este elevado consumo no solo representa un riesgo para la salud, generando enfermedades como diabetes y obesidad, sino que también implica un significativo derroche de agua.
En medio de la grave crisis hídrica que afecta a México, con advertencias de recortes de agua en diversas regiones, es vital considerar prácticas sostenibles para preservar este recurso. El Monitor de Sequía de México confirma que el país enfrenta la peor sequía de los últimos 12 años, subrayando la urgencia de tomar medidas.
La producción de refrescos, además de tener consecuencias negativas para la salud, requiere un considerable consumo de agua potable. Coca-Cola, por ejemplo, admitió en 2006 que se utilizan hasta 200 litros de agua por cada litro de refresco producido, sumando un total de 290,000 millones de litros en ese año solo para su producción.
Este derroche de agua se distribuye en etapas como enfriamiento, limpieza y calefacción, contribuyendo al agotamiento de recursos hídricos.
Aun más preocupante es el hecho de que diversas empresas de bebidas obtienen anualmente alrededor de 7 millones 900 mil metros cúbicos de agua de los mantos acuíferos, según la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), sin una gestión eficiente del agua ni consideración por las emisiones generadas en sus procesos.
Como individuos conscientes de la importancia del agua y el medio ambiente, cambiar nuestros hábitos puede marcar la diferencia. Optar por alternativas más saludables y ecológicas, como agua de sabor o de fruta, no solo contribuirá a la preservación del agua, sino que también promoverá un estilo de vida más saludable.
Además, según la Gaceta UNAM, reducir el consumo de refrescos puede disminuir los costos asociados a enfermedades como la diabetes y el cáncer, así como mitigar los impactos ambientales, como la apropiación del agua por embotelladoras y la extracción intensiva del subsuelo.
Fuente: Excélsior.