Elecciones en México: La Seguridad como Refrán Político
Tlaxcala. A 5 de marzo de 2024. Mike Mendieta
En el escenario político mexicano, la seguridad se ha convertido en un refrán repetido hasta el hartazgo. Y durante las siguientes semanas lo será aún más. Los tres contendientes a la presidencia, Claudia Sheinbaum, Xóchitl Gálvez y Jorge Álvarez Máynez, no escatiman en mencionarla en sus discursos. Sin embargo, es crucial reconocer que este no es un tema nuevo; lleva años enquistado en la sociedad mexicana y va más allá de los asuntos políticos. Intervienen otras variables que merecen atención.
La violencia, el crimen y la inseguridad han permeado la vida cotidiana de los mexicanos. Los ataques a políticos y funcionarios se han vuelto moneda corriente, y la campaña electoral no es la excepción. Veintitrés candidatos, incluyendo a los tres aspirantes a la presidencia, han solicitado protección al Gobierno de México debido al riesgo de la violencia. El clima de inseguridad no solo amenaza la integridad de los candidatos, sino también la confianza en el proceso democrático.
En medio de esta coyuntura, surgen las ideas de firmar pactos o acuerdos donde juran y perjuran que acabarán con la inseguridad, a veces «ante notario» ‘pa que digan que va en serio.
¿Acaso esto garantiza que más allá de la campaña se resuelva el problema a cabalidad? La realidad es más compleja. La firma de acuerdos no es suficiente para erradicar la inseguridad arraigada en la sociedad. Los problemas de fondo requieren soluciones estructurales y sostenidas en el tiempo. Y para usos de estos tiempos electoreros, se trata del “cómo” y no solo del “que”.
El Gobierno ha implementado un protocolo de seguridad para los candidatos. Sin embargo, la protección no es igual para todos. Solo quince de los veintitrés candidatos que han solicitado seguridad cuentan con el mecanismo. Además, la confidencialidad rodea los nombres y niveles de protección. La violencia no distingue entre oposición y aliados del Gobierno; ambos han pedido resguardo.
A estas alturas se espera que el proceso electoral se lleve a cabo con paz y tranquilidad. Más allá de los discursos, la ciudadanía debe exigir acciones concretas. La seguridad no puede ser solo un eslogan de campaña; debe ser una prioridad constante. Firmar pactos es un primer paso, pero la verdadera transformación requiere compromisos sostenidos y una voluntad colectiva que trascienda las urnas.
La seguridad no es solo un tema político, sino un desafío que afecta a todos los mexicanos. No basta con palabras; se necesitan acciones decididas para construir un país más seguro y justo. El pacto “con sangre” puede ser simbólico, pero la verdadera sangre derramada exige respuestas reales y duraderas.