San José sé sé PRIMERA DE DOS PARTES ¡Ay ojón!

San José sé sé
PRIMERA DE DOS PARTES
¡Ay ojón!
Alberto Aguilar.
El pueblo tlaxcalterco hubo de esperar y necear y al fin llegó el día de la fiesta del Santo Patrono San José, en esa su parroquia silente y alborotada con casi siete años de reparación y compromiso del gobierno federal, con el ánimo de los anónimos albañiles y restauradorese historiadores y feligreses y fisgones impuestos a husmear; unos en bici, otros en moto, unos más en camionetas cuatro por cuatro y en autos impecables de agencia llegaban a la chamba diaria; el pueblo de a pie se signaba y santiguaba a lo lejos, muchos ya ni volteaban: se les había aguado la ilusión de poder entrar.
Fue costumbre atestiguar cómo sobre la cúpula de la iglesia, a pleno sol, los trabajadores hacían arco con su cuerpo y avanzaban o retrocedían con la protección debida, la de Dios, por supuesto, y la de las cuerdas y poleas y casco y botas específicas.
Su diálogo inaudible dio la impresión que charlaban fluido y cotidiano, sin alteraciones, relajados y convincentes como el uso del arnés de escalada, la cinta exprés, el asegurador, el mosquetón, el cabo de anclaje y el obligado albur que sólo ellos entendieron.
Abajo, a ras de suelo, el hedor a orín y basca cercaba la parte trasera del templo.
Más o menos se ocultaba el fétido aroma por la limpieza hecha por los trabajadores del ayuntamiento, por las lluvias recurrentes, por la propia feligresía que con utensilios de limpieza renovaban la sanidad y la fe porque, cada domingo, con lona protectora y templete alto, presenciaban y participaban de la santa misa.
Abajo, a ras de suelo, el comercio diario de los tacos de guisado, de canasta, de barbacoa; los esquites, los cigarros “sueltos” de a 7 baros, las artesanías, la bebida del cacao traído de Zacatelco; los dulces tradicionales, las chalupas, los jochos; los árboles anchurosos, los puestos de periódicos de extremo a extremo: una caseta de periódicos en dirección hacia el mercado Emilio Sánchez Piedras, el otro, en contraesquina del OXXO, atendido por Reyna Moctezuma Martínez “La Chinita”, y Julio Anica Becerril, registrado como Distribuidora de Publicaciones Moctezuma, traslado hecho de su centro de venta principal allá en el portal grande.
Abajo, a ras de suelo, los bolardos de seguridad y los conos o cintas amarillas de protección para ahuyentar a los peatones y marcar distancia con el templo; alrededor del templo, tres fuentes anchas y secas, deprimentes, resecas de olvido y polvo citadino, de ceniza volcánica, pero beneplácitas en la recepción y soporte de glúteos sudorosos de todas las edades.
Era la parroquia de San José en perpetua remodelación por el sismo aquel del 19 de septiembre de 2017 y, poco antes de cumplirse los siete años enteros, se devolvió remodelada y restaurada para mayor gloria del pueblo de Dios en esta ciudad de Tlaxcala.
Atrás quedarían los servicios litúrgicos hechos en la cochera de la casa parroquial.
Incluso, por tosquedades de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios de Tlaxcala, COFEPRIST, atrás quedaría también ese espacio ya histórico de la lonchería La Parroquia porque, tras la multa y coscorrón, los dueños de tan memorable comercio se impulsarían también a remodelarlo, a la par de lo sucedido en la iglesia de al lado.
Semanas antes de la festiva reapertura de la iglesia de San José, el mismísimo presidente de la República, Andrés Manuel López, vino a Tlaxcala a decir un discurso emotivo, evidentemente político, casi de despedida en su trazo morenista sexenal, con salpicón de elogios por parte de los oradores y del mismo tabasqueño en abierto amor y respeto hacia los tlaxcaltecas; oportuna, una feligrés agradeció y pidió más anchura dadivosa: falta el equipo de sonido, más bancas y menos corazón de piedra.
La gobernadora Lorena Cuéllar Cisneros dejó reposar su cabeza, a su particular estilo fraterno, sobre el pecho del presidente AMLO.
La alegría fue multitudinaria, ahí mismo, frente a la parroquia de San José, con dos placas de lado a lado ahora inadvertidas: una de hace 58 años: Este atrio fue bendecido por el Exmo. y Rvmo. Sr. Obispo. Dr. D. Luis Munive y Escobar el 4 de octubre del año 1966; la otra de hace 65 años: Erección de la Diócesis de Tlaxcala y Consagración del Excmo. Y Rvmo. Sr. Obispo. Dr. D. Luis Munive y Escobar. 11 y 12 de noviembre de 1959.
Las placas en mármol son todavía legibles como lo es para la memoria de Tlaxcala el primer obispo, ese mismo de Santa Ana Chiautempan.
El registro histórico que poseemos no varía ni causa sospechosas conjeturas. Estamos ante un templo construido a finales del siglo XVII en el mismo lugar que otrora ocupaba una ermita del siglo XVI. Con cimientos y construcción notables desde 1639 no terminó de demolerse y sí impuso sobrevivencia. Se sabe que abrió sus puertas el 19 de marzo de 1669 y se ofició la primera misa. Estamos hablando también de su 355 aniversario de mantenerse firme y en alto.
Semanas antes del 19 de marzo de 2024, las gargantas devotas ya ensayaban los cantos y preparaban los presentes al Protector y Patriarca San José: Cuídanos San José / como cuidaste a María / Con el mimo cariño con que cargaste a Jesús / enséñanos a amar /
con esa misma ternura / a ser siervos generosos / entregando nuestra vida.

Pincel de luz, usa cookies estrictamente necesarias, así como otras tecnologías similares, para poner en funcionamiento este sitio web y brindarle una mejor experiencia de usuario. Aceptar Leer más