Indiferencia superando el amor, según Helen Fisher

Indiferencia superando el amor, según Helen Fisher

 

a 05  Abril del 2024.✍️ Lizeth Cuahutle

 

La antropóloga y bióloga estadounidense Helen Fisher, de la Universidad Rutgers de Nueva Jersey, ha estudiado el amor romántico y las relaciones humanas durante más de tres décadas.

 

Según sus investigaciones, la reacción a una pérdida amorosa tiene raíces evolutivas profundas.

 

Ser rechazado en el amor puede ser una de las experiencias más dolorosas para los seres humanos, ya que estamos predispuestos a sufrir cuando alguien a quien adoramos nos rechaza.

 

La respuesta a este tipo de rechazo amoroso puede dividirse en dos fases según los psiquiatras:

 

La primera fase, denominada protesta, puede manifestarse como obsesión, ansiedad o rabia.

 

Algunas personas pueden obsesionarse con recuperar a su ser amado, enfocándose en lo que salió mal y cómo reavivar la relación.

 

Esta obsesión puede intensificar la pasión romántica, lo que Fisher llama atracción por la frustración.

 

En un estudio donde se escaneó el cerebro de 15 personas recién rechazadas, se encontró actividad en la región cerebral asociada con el amor romántico.

 

Fisher destaca que, incluso después del rechazo, la persona sigue queriendo a quien los rechazó, lo que puede fortalecer el amor romántico.

 

La otra fase, la de resignación o desesperación, también puede provocar actividad en el sistema de pánico del cerebro.

 

El neurocientífico Jaak Panksepp compara esta fase con la ansiedad por la separación que sienten las crías de mamíferos cuando son abandonadas por sus madres.

 

Fisher también menciona que la rabia puede aparecer cuando se experimenta el abandono.

 

Algunas personas pasan de la angustia a la furia, fenómeno conocido como rabia del abandono.

 

Según Fisher, en esta fase se experimenta el odio al amor, lo que sugiere que el odio y el amor están más conectados entre sí en el cerebro que con la indiferencia.

 

Fisher argumenta que, aunque la rabia del abandono coexiste con el amor, ambos son independientes y pueden experimentarse simultáneamente.

 

A pesar del sufrimiento, Fisher destaca que estamos hechos para amar y que, finalmente, podemos superar la pérdida, sacudirnos el polvo y volver a enamorarnos.

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