La diosa del Sena y su impacto en la historia de París
26 de julio de 2024. Lizeth Cuahutle
A pensar en el Sena, vienen a la mente imágenes icónicas como Notre Dame, el Louvre y la Torre Eiffel. Este famoso río ha sido inmortalizado en canciones como «Bajo el cielo de París» de Edith Piaf y en numerosas películas de Hollywood. Sin embargo, pocos conocen la historia de la diosa galo-romana que da nombre al Sena: Secuana.
De origen celta, Secuana fue una deidad sanadora venerada tras la conquista romana de la Galia en el siglo I a.C. Esculturas de brazos, pelvis y órganos internos fueron descubiertas en un santuario galo-romano en el nacimiento del Sena, en Borgoña. Estas representaciones eran ofrendas de peregrinos que buscaban curación para sus dolencias.
Entre 1836 y 1967, excavaciones revelaron unos 1500 exvotos de piedra, bronce y madera, algunos con más de dos mil años de antigüedad. Uno de los exvotos más notables es una pierna con una esponja en el tobillo, similar a las usadas hoy en día. Únicos en Francia, los exvotos de piedra muestran manos en forma de estribo sosteniendo un fruto redondo.
Las ofrendas a Secuana reflejaban una práctica común entre los celtas y continuada por los romanos: pedir curación o dar gracias por deseos cumplidos. Aunque no se han encontrado referencias a Secuana fuera del nacimiento del Sena, su influencia pudo haberse extendido más allá de esta región debido a la importancia económica del río.
Los romanos, conocidos por adoptar deidades locales, integraron a Secuana en su panteón, fusionando mitologías celtas y romanas. La única personificación de Secuana conservada es una estatua de bronce del siglo I, descubierta junto a una estatua de cervatillo cerca del nacimiento del Sena en 1933. Esta figura muestra a la diosa coronada y vestida con una túnica, montada en una barca con proa en forma de cabeza de pato o cisne.
Inspirado por los antiguos rituales dedicados a Secuana, el artista y cineasta Yan Tomaszewski creó exvotos contemporáneos: esculturas envueltas en algodón y llenas de carbón activado. Estas esculturas, sumergidas en el río, buscan purificar el agua al absorber contaminantes. Este proyecto se alinea con el esfuerzo monumental de limpiar el Sena para los Juegos Olímpicos de París, con el objetivo de hacer el río apto para el baño nuevamente.
El legado de Secuana perdura no solo en la historia y arqueología, sino también en los esfuerzos modernos por preservar y revitalizar el Sena, un símbolo de la eterna conexión entre el río y la ciudad de París.