El vino tinto una herencia cultural que conecta al mundo
A 30 de diciembre 2024. 
Lizeth Cuahutle
Desde las civilizaciones antiguas hasta nuestras mesas actuales, el vino tinto ha sido un emblema de cultura, historia y tradición. Cada 24 de noviembre se celebra el Día Mundial del Vino Tinto, una fecha que coincide con el Día del Vino Argentino y que resalta la importancia de esta bebida en la identidad cultural y gastronómica global.
El vino tinto, elaborado principalmente con uvas de la especie «vitis vinifera», tiene sus orígenes en el Neolítico, alrededor del 4000 a.C., cuando las primeras comunidades cultivaron uvas en la región entre los mares Negro y Caspio. Los antiguos egipcios, hacia el 2500 a.C., ya documentaban su uso en festividades y rituales, mientras que los griegos lo integraron en su mitología y vida cotidiana, extendiendo la viticultura por el Mediterráneo.
Con la expansión del Imperio Romano, la cultura del vino se diseminó por Europa, estableciendo viñedos en regiones que hoy son íconos vinícolas como Burdeos, Champaña y Borgoña. Durante el siglo XVI, los españoles introdujeron el vino en América, dando inicio a una tradición que floreció en México, Chile y Argentina. Posteriormente, en los siglos XIX y XX, la llegada de inmigrantes europeos al continente consolidó la producción vinícola en el Nuevo Mundo.
Actualmente, el vino tinto no solo es una bebida, sino un puente entre culturas y generaciones. Desde los viñedos de Europa hasta los Andes de Sudamérica y el Valle de Napa en California, cada copa refleja el paisaje, el clima y las tradiciones de su lugar de origen.
El Día Mundial del Vino Tinto no es solo un homenaje a su rica historia, sino también un recordatorio de cómo una bebida puede conectar al mundo a través de los sentidos, convirtiéndose en un símbolo de celebración y unión.
