Por: Luis Jesus Morales
A finales de los años 80, México vivió uno de los capítulos más oscuros de su historia relacionados con la adquisición y distribución de leche radioactiva a través de la Compañía Nacional de Subsistencias Populares (CONASUPO), especialmente destinada a menores en el país. Este episodio se remonta a 1986, cuando México importó leche en polvo desde Irlanda que, según estudios, se había contaminado debido a la explosión en la planta nuclear de Chernobyl, Ucrania, parte de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
La explosión de Chernobyl causó estragos en Europa y más allá, destruyendo cultivos, cosechas y planes de distribución de alimentos, incluyendo la leche. Expertos señalan que la explosión fue 500 veces más potente que la bomba atómica de la Segunda Guerra Mundial, dejando una devastación significativa en Europa. Se reportaron 131 muertes y la evacuación de 131,000 personas, aunque los daños totales aún se desconocen.
A pesar de las advertencias sobre los productos de Chernobyl y sus alrededores, especialmente porque la leche podría contener partículas de Cesio-137, México optó por adquirir la leche radioactiva debido a su oferta económica, que interesó al Gobierno del presidente Miguel de la Madrid.
El Gobierno mexicano hizo caso omiso de las advertencias y comenzó a distribuir la leche a través de la CONASUPO desde 1986, incluso alegando que la leche radiactiva era simplemente un problema de desconocimiento.
Sin embargo, varios expertos han relacionado el aumento de casos de cáncer en menores con el consumo de esta leche radioactiva. Un episodio particularmente controvertido fue cuando el vicealmirante Manuel Rodríguez Gordillo, comandante de la Tercera Zona Naval de Veracruz, informó sobre la enfermedad de marinos que habían consumido esta leche radiactiva. Tras análisis, se confirmó que el producto contenía Estroncio-90 y Cesio-137, sustancias dañinas para la salud, lo que desencadenó una alerta en México.
A pesar de la creación de una comisión de investigación en la década siguiente, no se tomaron medidas legales significativas, dejando un alto número de personas que habían consumido la leche radiactiva sin las precauciones adecuadas. Este episodio oscuro en la historia de México es recordado como una tragedia que afectó a muchas vidas sin consecuencias legales significativas.