El legado del “descubrimiento de América” y el verdadero objetivo de la religiosidad: símbolo de la sangre derramada en el México Prehispánico

El legado del “descubrimiento de América”: el verdadero objetivo de la religiosidad, símbolo de la sangre derramada en el México Prehispánico

 

Por: Dafne Ortiz

 

La conmemoración del “Día de la raza” es la oportunidad para rememorar las “grandes” herencias de la conquista española a México; y entre ellas: el catolicismo. La pregunta es ¿se debe conmemorar la segregación y pérdida de identidad indígena? ¿debemos de agradecer la forma de su invasión política, cultural y religiosa?

 

Algo que identifica al mexicano promedio es la religiosidad: un amor y fanatismo excéntrico por lo católico. Es bien sabido que el México prehispánico era politeísta, es decir, tenían muchos dioses para cada rubro; por ejemplo, para la lluvia, la guerra o el inframundo. Pero ante el arribo español y su catolicismo, esta teología no embonaba con su mente; por lo que, la pronta respuesta para completar su conquista fue introyectar su religión al México prehispánico.

 

Esta introyección religiosa fue una de las medidas más crueles de “transformación”, obligando a los indígenas a olvidar sus raíces, su idioma y su cultura. La mayoría de los indígenas fueron obligados a aprender español. Bautizarse para que se conformaran con tener los mínimos de los “derechos” que les daba el “consagrase”, el adoctrinarse al español.

 

La religiosidad fue una sucia jugarreta para que los españoles mantuvieran en opresión a los indígenas, completar la colonización y obtener beneficios. Fue la bomba que detonó la perdida de la identidad indígena y fue el yugo de la riqueza prehispánica. Y ahora es la muestra de la sangre que fue derramada para constituir lo que ahora es el catolicismo.

 

Puede ser difícil para el religioso promedio comprender que realmente las historias y tradiciones que concentra el catolicismo es un reflejo del sometimiento indígena; son inventos que los españoles utilizaron para mantener el control del México antiguo. Desde las representaciones que se hacen en Semana Santa, que son “herencia” española en las que se representaba en obras de teatro hechas por religiosos las historia en torno a la biblia. Durante estas representaciones coloniales, los elegidos para ser a “Dios” realmente se morían. Pero es irónico que los españoles se sorprendieron ante la cultura prehispánica del sacrificio cuando ellos llegaron a lo mismo.

 

Las ideas centralistas se agrupan en decir que la conquista fue un beneficio para el Nuevo Mundo, que los españoles trajeron orden, educación, arquitectura, economía, cultura. Pero ¿realmente sucedió así? La historia tiene diferentes puntos y focos, y los seguirán teniendo, porque para algunos el bien es el mal, y para otros el mal es el bien. Depende de qué lado de la moneda quieras estar; pero el buscar la verdad debe de ser el objetivo de la historia y del historiador. Y el conocer la verdad es la obligación del pueblo para no volver a caer en lo mismo.

 

Francisco Javier de Clavijero, uno de los historiadores más destacados de México, en su “Sexta Disertación” donde defiende la cultura y tradiciones del México y Perú ante la imperante necesidad de tachar a ambos territorios como bárbaros y salvajes antes de la llegada de los españoles. Idea aún concentrada en las naciones de Europa. Destaca y puntualiza Clavijero que “tratar a los mexicanos y peruleros como caribes y los iroqueses, no hacer caso de su industria, desacreditar sus artes, despreciar en todo sus leyes, y poner aquellas industriosas naciones a los pies de los más groseros pueblos del Antiguo Continente, ¿no es obstinarse en envilecer al Nuevo Mundo y a sus habitantes?”

 

El Día de la Raza y la conmemoración de la llegada de los españoles es retomar la denigración y desprecio por los pueblos prehispánicos; es caer nuevamente ante la sumisión. Y no es que se viva en el pasado o con rencor. Se trata de defender lo que fuimos, la identidad de toda una nación. Se debe de tratar de conmemorar la memoria de los vencidos. Reflexionar sobre lo que somos, fuimos y seremos porque aún hay raíces del México antiguo y aún esta la segregación a los mismos.

 

Han pasado más de quinientos años y aquí estamos, discriminando a nuestros pueblos indígenas; obligándolos a adaptarse a nosotros los hispanos, denigrando su idioma y olvidándonos que ellos son los que nos representan. Ateniéndonos a un constructo teológico inculcado con sangre y defendiendo “herencias” que no son nuestras.

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