Por: Luis Jesus Morales
El reciente y drástico aumento de la tensión en Oriente Próximo debido al ataque de Hamás contra Israel ha desencadenado un replanteamiento en las alianzas y las posturas a nivel internacional. Este ataque, notable por su inusual violencia y la amenaza que representa para los ciudadanos israelíes, ha despertado la atención de la comunidad global, generando un complejo panorama geopolítico en la región.
La escalada de violencia coincidió con las negociaciones en curso entre Israel y Arabia Saudí para restablecer relaciones diplomáticas, logrando con éxito el objetivo de Irán de frenar este proceso.
En medio de esta partida estratégica, es crucial examinar el papel desempeñado por actores internacionales que no están directamente involucrados en el conflicto. Estados Unidos, como aliado cercano de Israel, ha expresado su apoyo inequívoco al país frente al ataque terrorista de Hamás. El presidente Joe Biden ha trabajado para que países como Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos reconozcan el derecho de Israel a defenderse, además de solicitar la mediación de Turquía en posibles conversaciones de paz.
Por su parte, la Unión Europea ha instado a Israel a respetar el derecho internacional humanitario y, aunque ha condenado el ataque de Hamás, ha reconocido el derecho de Israel a defenderse. Varios estados miembros de la UE, como Alemania, han manifestado su apoyo a Israel, mientras que otros, como España, Irlanda y Dinamarca, han sostenido opiniones divergentes.
El Reino Unido se ha ofrecido a coordinar con otros países europeos e internacionales para brindar asistencia a Israel. Noruega, Islandia, Macedonia del Norte, Albania y Ucrania han adoptado posturas similares.
Entre los países musulmanes, Marruecos, Baréin y Emiratos Árabes Unidos han reconocido al Estado de Israel. Marruecos mantiene una relación estratégica con Israel, particularmente en relación al Sáhara Occidental y la cooperación militar. Baréin, a pesar de su mayoría musulmana, es un aliado de Israel y ha firmado los Acuerdos de Abraham para promover la cooperación. Emiratos Árabes Unidos ha respaldado a Israel y ha desafiado a sus vecinos árabes al establecer relaciones diplomáticas en 2020.
Por el contrario, Irán es un partidario principal de Hamás, ya que busca ampliar su influencia regional y tensionar la situación en Siria, Líbano, Irak y Yemen. Argelia, enemigo de Israel, ha visto en la firma de los Acuerdos de Abraham por parte de Marruecos como una provocación. Por su parte, Siria mantiene una alianza con Irán y ambas naciones han colaborado en conflictos regionales desde la Guerra Irán-Irak.
Líbano es otro país con fuertes lazos con Irán, siendo este un importante apoyo a Hizbulá, un grupo armado chiita libanés. Qatar, que no mantiene relaciones diplomáticas con Israel, ha respaldado a Hamás y proporciona refugio y apoyo económico a sus miembros.
Palestina se encuentra dividida entre Hamás, que controla la Franja de Gaza, y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) en Cisjordania. La OLP, liderada por Fatá, ha renunciado a la lucha armada y mantiene relaciones diplomáticas con Israel y Occidente, aunque su posición es política y diplomáticamente frágil.
China ha abogado por el diálogo entre Israel y Palestina, respaldando la creación de un Estado palestino independiente. Rusia, que mantiene vínculos estrechos con Irán, se beneficia de la inestabilidad global y puede tener una postura ambigua en el conflicto.
El mundo se encuentra en un periodo de inestabilidad, y cada movimiento en este complicado tablero geopolítico podría tener consecuencias impredecibles. Aunque el conflicto actual en Oriente Próximo es peligroso, es poco probable que desemboque en un enfrentamiento a gran escala entre bloques, dado que las tensiones se han mantenido bajo control incluso en situaciones más críticas, como el conflicto en Ucrania.