Por: Luis Jesus Morales
El tema de la reducción de la jornada laboral ha sido objeto de amplio debate en diversos países como Australia, Canadá, Estados Unidos, Irlanda, Nueva Zelanda, Reino Unido y, más recientemente, México. Aunque existe evidencia de que una jornada laboral más corta puede generar efectos positivos, también conlleva importantes costos que deben ser considerados al determinar cuándo y cómo llevar a cabo esta modificación de manera eficiente.
Circunstancias sin precedentes, como la pandemia de Covid-19 y los avances tecnológicos, han acelerado cambios en los modelos de trabajo, incluyendo la posibilidad de reducir la jornada laboral. Sin embargo, el impacto de estos cambios varía según las condiciones económicas del país, el sector económico de la empresa, su tamaño y las funciones específicas de los empleados, lo que dificulta generalizar el impacto. Por ejemplo, la reducción de la jornada laboral afecta de manera distinta a una empresa con un solo turno de trabajo y funciones administrativas en comparación con una empresa manufacturera mediana que opera en tres turnos y necesita mantener una producción constante.
En abril, la Comisión de Puntos Constitucionales de la Cámara de Diputados de México aprobó una reforma al artículo 123 de la Constitución que establece la reducción de la jornada laboral para garantizar dos días de descanso a la semana. Esta reducción representaría una disminución de aproximadamente un 17% en las horas laborables en los diferentes turnos establecidos por la Ley Federal del Trabajo (LFT). Sin embargo, dado que se trata de una reforma constitucional compleja, su proceso legislativo requiere sesiones de parlamento abierto, análisis, discusión y aprobación por mayoría calificada en la Cámara de Diputados, aprobación por la Cámara de Senadores y revisión y aprobación en al menos 17 Congresos estatales.
Si se aprueba, la reducción de la jornada laboral podría tener varios efectos:
1. Mejorar la calidad de vida de los trabajadores al proporcionarles más tiempo para descansar, pasar tiempo con sus familias y participar en actividades recreativas, lo que podría aumentar la satisfacción laboral, la salud mental y física, y, en consecuencia, la productividad.
2. Disminuir la fatiga laboral, lo que podría reducir los accidentes de trabajo y el absentismo. Jornadas laborales más cortas y eficientes permiten a los empleados mantener un mejor rendimiento en el trabajo, lo que podría generar ahorros significativos para las empresas al reducir los accidentes laborales.
3. Mejorar el ambiente laboral, reduciendo la rotación de personal y generando ahorros para las empresas.
4. Incrementar la eficiencia operativa al fomentar la automatización de procesos y mejorar la capacitación.
5. Aumentar los costos de nómina en un mínimo del 17%, que podría superar el 40% si no se reestructura eficientemente el modelo laboral, lo que incluye el pago de horas extra y un aumento en las contribuciones de Seguridad Social.
El impacto económico es mayor para las empresas medianas y pequeñas, que representan la mayoría de las empresas en México y generan una parte significativa del empleo y el PIB del país.
6. Complicar el entorno empresarial, especialmente si la reducción de la jornada laboral llega en un momento económicamente desafiante. Esto se suma a otras reformas recientes en materia laboral, como el aumento del salario mínimo y el incremento en las prestaciones laborales.
7. Reducir la competitividad de los bienes y servicios, especialmente en las exportaciones.
Sin embargo, se debe tener en cuenta que esta reducción beneficiaría solo a una parte de la fuerza laboral, ya que hay millones de personas que ya trabajan más horas de las establecidas en la Ley Federal del Trabajo.
Es esencial analizar a fondo el marco legal de la relación laboral para aumentar la productividad, ya que la reducción de la jornada laboral por sí sola no es suficiente. Además, es crucial promover esquemas de trabajo inteligentes, tecnología, innovación y modelos de negocio eficientes. También se debe fomentar el trabajo basado en resultados y no en presencia física, establecer indicadores de productividad y mejorar el reparto de utilidades.