Los amorosos el silencio y la búsqueda infinita

Los amorosos el silencio y la búsqueda infinita

 

 

 

a 06 de julio de 2024. Lizeth Cuahutle

 

En los rincones más íntimos de la existencia, el poeta Jaime Sabines nos invita a explorar el abismo de los sentimientos en su emblemático poema los amorosos. Publicado en su primer poemario, Horal, en 1949, este texto se ha convertido en un faro para aquellos que navegan las aguas turbulentas del amor.

 

Los amorosos callan. El amor, según Sabines, es el silencio más fino, el más tembloroso, el más insoportable. Estos seres, atrapados en la telaraña de sus propios anhelos, buscan incansablemente. Son los que abandonan, los que cambian, los que olvidan. Su corazón les susurra que nunca encontrarán, pero siguen buscando, como náufragos en un mar de incertidumbre.

 

Andan como locos, solos, entregándose y llorando porque no pueden salvar al amor. El amor se convierte en una prórroga perpetua, siempre el paso siguiente, el otro. Los amorosos son insaciables, con serpientes en lugar de brazos, y su cama flota como sobre un lago. No pueden dormir, pues los gusanos acechan si cierran los ojos.

 

En la oscuridad, sienten el espanto y el olor a tierra recién nacida. Juegan a coger el agua, a tatuar el humo, a no irse. Son la hidra del cuento, sin Dios ni diablo. Se ríen de quienes creen en el amor como una lámpara de inagotable aceite. Los amorosos, en cambio, cantan entre labios una canción no aprendida y se van llorando, llorando, la hermosa vida.

 

Este poema, leído en silencio y lentamente, evoca el ir y venir de un sentimiento universal. Sabines nos recuerda que el amor es un juego largo y triste, pero nadie debe resignarse. Así, los amorosos se erigen como un eco de nuestras propias búsquedas y desvelos, una oda a la pasión y el deseo que nos habita.

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