Bety la recia

Bety la recia

 

¡Ay ojón!

 

Alberto Aguilar.

 

El Teatro Xicohténcatl vuelve a ser generoso, complaciente. Recibe, con brazos extendidos hasta el tope de los lados, a un público joven, generación Alfa y de ahí para atrás: Z, Millennials, X, Boomers y Omega Olmeca – Xicalanca –bautizada por mí.

El público mira la acumulación de más público. Que no se piense que son acarreados, porque preguntando a Zutano y Merengano, a Diestra y Siniestra, a Tontas y a Locas, sí saben la importancia de estar esa tarde en ese teatro en ese homenaje.

Es la reciente gestión municipal capitalina, periodo 2024-2027, la que anda haciendo mimos y muecas de fiesta. Dirán que el pretexto es la cultura, pero el motivo inicial es más que solvente: es el 499 Aniversario de la Fundación de la Ciudad de Tlaxcala. Bando solemne, misa, mañanitas, tamaliza, jornadas culturales, postales tlaxcaltecas, coro infantil, artesanías, orquesta infantil, cuenta cuentos.

La asistencia en el Teatro Xicohténcatl es observadora, canosa, de ojos golosos, señera y señorial, de ventosidad burocrática, hecha de ejercicios y prácticas políticas empíricas, de experiencia en la cosa pública pero con manos limpias, de sobradísima doctrina priísta en el ejercicio del servicio a los ciudadanos.

Los asistentes de ese 3 de octubre de 2024, a las cinco de la tarde, cuentan en lo personal con glotona narrativa respecto de testimonios familiares, verídicos y vinílicos, propios e impropios, de oído y de contenidos televisivos y del Internet, de conjeturas y valor civil suficiente en su riesgoso relato urbano, de anecdotario sabroso y datos recientes, muy oportuno todo y de lucimiento personal, si a manera de reto impusieran a cada uno improvisar una pieza oratoria en torno al contorno biográfico de la figura principal de la tarde: Beatriz Elena Paredes Rangel.

Son apenas las cuatro diecisiete de la tarde y ya se perciben movimientos nerviosos al interior del teatro. Hay formalidad en el vestir. Miradas saltarinas. Mucho abrazo de mano y antebrazo y palmadas blandas, al modo político de siempre.

El perfil de los asistentes va de bajo perfil a sobrado poder político. Se distingue la silueta universitaria, el contorno de los muy amigos de la licenciada Paredes, la periferia de los periodistas que han envejecido a la par de la priísta, la sombra de los desdeñosos y ufanos que no admiten la actual minoría de su militancia, “priísta nací y priísta moriré”, el borde del grupo político iniciado por el mentor Emilio Sánchez Piedras, la orla de familias casi enteras que han bebido de la nómina gubernamental, el canto de los muchos que así quedaron, a media esquina, a cara media, a media calle, a unos pasos de llegar a la mar del poder si no fuera porque la Betucha incumplió los acuerdos.

El pueblo tlaxcaltuerto se quita el adjetivo —es decir el parche de pirata político, de Analista Doctorado en Entusiasmo—, para mirar con justicia a la paisana que aspiró a ser presidenta de México y hoy concede contenidos anecdoteros, usa calzado tenis, imparte cátedra universitaria, come menos, duerme más, escribe contenidos de aspiración literaria, recupera salud por el accidente en automóvil de hace unos meses y acumula animosa existencia por el otro accidente histórico hecho por AMLO, según el juicio particular de la exgobernadora de Tlaxcala, Beatriz Paredes.

 

Es la entrega de la Presea Tlaxcala 2024, a manera de homenaje del pueblo entero; de guiño personal y afectísimo de Alfonso Sánchez García, alcalde capitalino; de mucho respeto del Cabildo caviloso, a la muy tlaxcalteca Beatriz Elena Paredes Rangel.

–Yo conocí a Bety desde que ella era una mujercita. Mucha pila tenía y tiene. Su cabello era largo y frondoso, crespo. Usaba botas largas, untadas de estiércol. Cómo tenía labia, paciencia y oído ante los problemas campesinos de ese tiempo.

–Me encanta su forma de vestir. Qué bonito vestido rojo eligió para hoy. A veces yo la imito y uso blusas de bordados artesanales, pero nací flacucha. Me veo más Sheinbaum Pardo que Paredes Rangel jejé.

El público presencia Sesión Solemne de Cabildo. Del lado izquierdo del escenario la bandera de México. Del lado derecho la bandera de Tlaxcala. Al centro, el Cabildo en pleno. Muy al frente, una réplica de letras labradas en Tizatlán con la palabra mágica imprescindible: Tlaxcala.

Pase de lista. Lectura del Orden del día. Lectura de Semblanza. Entrega de la Presea Tlaxcala 2024. Mensaje del Presidente Municipal. Mensaje de la C. Beatriz Elena Paredes Rangel. Mensaje de la gobernadora, Lorena Cuéllar Cisneros. Clausura de la Sesión Solemne.

La semblanza de la paisana Beatriz Elena es escuchada rapidita y breve, cosa que se agradece. Autora de una Canción a Tlaxcala, Campeona de Oratoria, Diputada, Docente, Gobernadora, Estudios literarios en Barcelona, Gobernadora, Embajadora, Senadora, Subsecretaria de Gobierno, Medalla Rosario Castellanos.

Beatriz Paredes Rangel. La vida entera entregada a la política. En su semblanza de hoy en el teatro, el vocablo PRI o priísta poco importa ni importó, no sonó ni resonó. Ese dato arrinconado es humillación sólo para los fijados. Eso es para los que desconocen que la importancia de vida de un ser humano radica en eso mismo, en su existencia, no en siglas y colores y amores de segunda mano.

–Tlaxcala importa porque existe. Sí existe. Y hoy enchina la piel al tener a una paisana tan cerquita de nosotros, otra vez. Su voz masculina ferviente me ha gustado siempre. Es muy inteligente la Bety.

Avanza la Sesión Solemne de Cabildo. La priísta Rangel es la supervisora de siempre. Observa con ojo cuidadoso la porción humana que tiene enfrente. Digamos que traza con su mirada una cruz invisible, delgada, de neón, y, dividido el público asistente en cuatro partes, se detiene en cada punto para tener por ella misma su primer pase de asistencia. Es un pase de lista político, afectuoso, de nostalgia.

La homenajeada sonríe amplio, con la boca sellada, y regala eventuales saludos personales mirando fijamente al ciudadano afortunadamente elegido. Se abraza a sí misma, cruza los brazos y las manos cálidas posan en su cuerpo a manera de cariño virtual para el que encuentra su mirada.

Hiperactiva y protagonista siempre, la merecedora a la Presea Tlaxcala 2024 acomoda sus lentes graduados sobre el paño, saca de su bolso rojo el discurso por ella redactado, acomoda el vaso, reacomoda el micrófono, hace gesto de disculpa por empezar a extender su poder espacial sobre la mesa, por extender su control y devorar, sin que se note, a cada ser humano ahí presente. Es su antropofagia natural. Su instinto político. La aprehensión de cada momento. La necedad de ser trascendente.

Beatriz Paredes regala mirada melancólica a la arquitectura del teatro. Respira íntimo. Se abstrae. Se ausenta. Frena el batallón de pensamientos de su cabeza. Pone en tendedero frustraciones que la alteran. A lo lejos, su padre marinero es quien la observa. De cerca, su madre le dice “mijita”, “Bety”, y reclina su cabeza.

Qué bella es la arquitectura del Teatro Xicohténcatl.

A propósito de embocaduras y graderíos, columnas y palcos, bambalinas y escenario italiano, la imperceptible ausencia de la Paredes recobra presente y se vuelve a situar en esta tarde de octubre tres de 2024.

La entrega de la Presea Tlaxcala 2024 es memorable y breve. Los camarógrafos y fotógrafos hacen su trabajo. Los muchos celulares captan la imagen. Sonríe Beatriz Paredes y se le nota, un poco más tímidamente, esa barba partida, esa su manera de ser sensible ante la devoción de la gente.

El alcalde capitalino Alfonso Sánchez García usa la palabra. Su ímpetu es de muchacho. Su estructura político discursiva, es de reciente arribo en la política. Su persuasión, de complacencia para la Paredes acorde a un mismo pensamiento que los une: “Hay mujeres que luchan un día y son buenas. Hay otras que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenas. Pero hay quienes luchan toda la vida: esas son las imprescindibles”. Bertolt Brecht.

Vuelta en sí, Beatriz Paredes goza a plenitud la Sesión Solemne. Toca el antebrazo del alcalde capitalino. Se miran como quienes muchas veces, aún con distancia de edad, han convivido sobre bello césped, en reuniones familiares, en reuniones de trabajo, con códigos que sólo ellos entienden.

El Teatro Xicohténcatl está que asfixia. Se siente un calor inusual como cuando hay competencia política y próximas elecciones. En un palco, Alfonso Abraham Sánchez Anaya. En primera fila, Héctor Israel Ortiz Ortiz, Marco Antonio Mena Rodríguez, exgobernadores todos.

No empieza a hablar todavía la exgobernadora de Tlaxcala y ya hay elogio y aprobación en las miradas. Es un cúmulo de admiración tal, un respeto ganado, un morbo insaciado, un sueño palpable y encantador; de forma ninguna se iban a ausentar esa tarde los excolaboradores, disclípulos, amigos, compadres, ahijados, socios, comparsas, admiradores de la Betucha de la Vida y del Amor, bautizo hecho por el fino señor y licenciado Gabriel Amante Montero.

–Ya, ya va a hablar Beatriz Paredes. Ojalá se eche unos poemas de Benedetti, o que le pasen la guitarra. Es bohemia de hueso colorado. Al rato te cuento una anécdota.

Inicia entonces el discurso. Por protocolo, nadie habla en pie. Todos sentados. Nadie es físicamente más que nadie. Todos sosegados.

Beatriz Paredes Rangel vuelve a tocar con el alma a su niña Tlaxcala. Es un amor tal a la ciudad que, con la edad humana por ella alcanzada, se ha vuelto calmada y clara, de gratitudes y humildad acendrada.

Refiere en su discurso a su natal Tizatlán; de la planta que se utiliza como materia prima para la elaboración de artesanías en madera tallada, hace bella metáfora para referirse a su biografía propia, “fue la forja en el tlaxixtle”; va y viene en el tiempo, habla del bastón que sostiene la vejez cansina; se mira como una mujer de madera tallada; soy quien soy porque soy traxcalteca; se contempla correteando entre las cuevas de tiza; enuncia con nombre y apellidos a sus muchos amigos de la infancia; venera a sus progenitores; honra a sus maestros; Huamantla le descubrió Macondo; pronuncia Emilio Sánchez Piedras, tutor político ejemplar, paciente y dedicado; da la clave de sus acciones: descubrir el troquel del para qué; admite que su grandeza es gracias a sus muchos equipos de trabajo; presume su categoría de mujer latinoamericana.

La volvió a hacer Beatriz Paredes Rangel. Su seducción parte de su exigente intelección, de la imposición del insomnio como vía para estudiar y pensar, y llegada el alba llevar a la acción su remolque de sueños realizables.

El discurso de agradecimiento de la paisana tocó la floresta que la sostiene: política, literatura, historia, geografía, filosofía, música, cátedra oratoria. Se sabe que está en el crepúsculo de su existencia, por ello se sabe libre, y, como antes y como siempre, hace lo que le viene en gana.

“Yo no sé si mi estado sea bello / pero ahí se respira el aire bueno / se vive con libertades. / Yo no sé si sea transparente el cielo, / pero miro los volcanes / y mi alma de bohemio / se extiende como las aves, / y es mi sueño, / es mi sueño que Tlaxcala no se acabe. / Que lo puro de mi pueblo, / sea eterno como los mares”.

Puesta en pie, sin asfixias otoñales, cual muchacha en flor, Beatriz Elena Paredes Rangel canta para todos. No grita ni se exalta. Pasa del eje político al eje tonal debidamente gobernado. “Mi sueño”, es el tema de la canción de allá cuando niña. Letra y música BEPR.

Los aplausos son, ante la política tlaxcalteca de mucha experiencia, francamente ingobernables. Atrás quedaron los reclamos cuando su gobierno, bajo los balcones de Palacio de Gobierno: “¡Beatriz Paredes, te rindes o te mueres! ¡Beatriz Paredes, Papalotla no te quiere”. Nadie se cansa de aplaudir. Todos están exaltados. Ven en la ejemplar paisana la reunión de virtudes y fortaleza llevada a sus últimas consecuencias.

–¡Así es Beatriz, carajo! Muy pocas como ella, le duela a quien le duela.

Beatriz levanta el brazo izquierdo a manera de victoria. Victoria sobre la vida y la muerte. Victoria sobre el pasado y el futuro reciente. Victoria de no ser Victoria y responder al nombre de Beatriz Elena Paredes Rangel. La mano apretada, el vestido ligero y suelto, el cabello corto y plateado.

Lo que siguió fue el mensaje último de la gobernadora Lorena Cuellar Cisneros. Hablándole de tú, mirándola reiterativamente, le hizo ver a la homenajeada su calidad de ciudadana ejemplar, su amor a Tlaxcala; subrayó que es tiempo de mujeres y la comprometió a formar parte del Comité Honorífico de los próximos 500 años de la Fundación de la Muy Noble y Leal Ciudad de Tlaxcala.

Fuertes aplausos. El público otra vez en pie para los vítores. Sin mensaje audible por el micrófono, la exgobernadora le regala unas palabras a la emocionada Lorena Cuéllar. Crea mundos posibles con sus manos y remata mostrándole el pulgar izquierdo a manera de sincerísimos buenos augurios para las acciones venideras a favor del pueblo de Tlaxcala. Todo para el pueblo. No hay nada que valga más.

La Sesión Solemne de Cabildo inició a las diecisiete con veintinueve minutos. Terminó a las seis horas con quince minutos. Inició también una nueva postal en la memoria de la exgobernadora y del público que al teatro llegó.

“Ah, la Eterna Beatriz! Mujer inalcanzable. La de recia inteligencia, sobresaliente”, dijo la contadora Cecilia Ángeles Curiel Vera, funcionaria estrella en el DIF Estatal en el sexenio de la exgobernadora Paredes.

 

 

 

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