Saldo blanco en la Huamantlada

19/08/2017/HUAMANTLA

Pedro Morales

En esta edición de la Huamantlada todo fue diferente, sobre todo por el cambio de horario que adelantó una hora el festejo taurino donde las emociones, las carreras, los sustos y la adrenalina estuvo a tope porque fueron soltados a las calles 17 toros de lidia que culmina preliminarmente con saldo blanco.

El problema fue al final, los astados se negaron a ser encerrados, más de una hora transcurrió, los toros se negaban a ser encerrados, gente ajena a la organización tomo la apertura y cierre en la calle Allende en un crucero y eso impidió el control de 14 toros, la situación salió de control.

En saldo preliminar extraoficial, el mando de seguridad informó que solamente se tuvo el registro de al menos cinco lesionados, -ninguno de ellos de gravedad-, lo que indica que esta edición transcurrió prácticamente con saldo blanco.

Al inicio fuertes golpes en los cajones de madera pusieron nerviosos a los asistentes, fueron toros de entre 450 y 500 kilos, la expectación crecía, los maletillas ya calentaban el cuerpo, para buscar dar un buen espectáculo.

La noche anterior, durante la colocación de los burladeros el comportamiento fue diferente,  fue toda una fiesta que se prolongó hasta minutos antes del festejo, todas las medidas de seguridad posibles fueron adoptadas.

Desde muy temprano una multitud se fue reuniendo en las calles, desde las ocho de la mañana comenzaron a ocupar sus lugares, había en algunas gradas hasta de tres niveles, de cien, doscientos, trescientos  o 500 pesos.

Los vendedores hicieron presencia, cada minuto cuenta para ganar un dinero, lo mismo que en las casas, había de todo y para todos, lentes para sol, gorras con cuernos, bigotes, pestañas, paliacates rojos con logotipos de la Huamantlada.

Antojitos para todos los bolsillos, los aficionados ganaron presencia, los maletillas llegaban de todos lados, de estados circunvecinos, de los pueblos y las comunidades, llegaron puntualmente a la cita.

Los integrantes de la Peña Taurina ya se encontraba reunidos, con sus camisas blancas, pantalones de mezclilla, su paliacate al cuello se mantenían vigilantes, con la experiencia que da los años.

En tanto llegaba y llegaba más gente, en su mayoría jóvenes, en grupos, solos o en pareja, algunas mujeres con sus hijos, la vendimia estaba en su apogeo, todo mundo busca ponerse a salvo.

10:30.- Retumba en el cielo azul de Huamantla el primer cohetón, miles abarrotas las azoteas, las gradas y colman los burladeros, se espera el arribo de entre 180 y 200 mil personas ávidas de emoción.

No faltan nunca los maldosos que las hacen entrar en pánico, corren de momento y les gritan… ahí viene el toro, entonces hace su aparición el terror, pero no corren ningún peligro, aunque es parte de la diversión, ver desde lejos los toros y el corre corre de la gente.

10:45.- Suena el segundo cohetón, las calles han sido cerradas, hombres y mujeres corren a buscar refugio, el nervio está a flor de piel, los gritos de emoción, la algarabía va en aumento.

11:00.- Y suena el tercer cohetón… los toros salen al mismo tiempo enfurecidos. comienzan las revolcadas y los capotazos, de inmediato dos toros se juntan sobre la calle Zaragoza Poniente, la gente los sigue con la mirada.

Todos volteaban para un lado, y otro toro arriba intempestivamente, como pueden los aficionados se ponen a resguardo, brincan sobre los tablados, los toros vienen limpios, dan juego.

Se puede constatar que algunos son toros “limpios”, es decir que no han sido toreados y es un detalle muy importante, que no demerita su bravura, una dama causa sensación, su valor arranca gritos de emoción y aplausos.

Y comienzan los olés, hay quienes con su valentía y su capote sacan hermosos pases a los toros, por un momento alcanzan la gloria de las grandes figuras de la tierra como lo fue Rodolfo Rodríguez “El Pana” o los toreros de actualidad Rafael Ortega y Uriel Moreno el Zapata.

Los que se sienten matadores o toreros, son quienes se lucen ante los gritos de las mujeres, mientras otros no miden el peligro, se confían y en la arrancada de los toros, casi siempre salen perdiendo.

Todo parece indicar que el cambio de horario y comenzar una hora antes, permite que los aficionados que bajan al circuito lo hagan con mayor control, en esta ocasión algunas mujeres se salen de los burladeros y se animan  a vivir y ser partícipes de la Huamantlada.

El número de visitantes crece, las ambulancias están alertas, lo mismo que paramédicos y socorristas, todo se encuentra dispuesto en el Hospital general de Huamantla, donde esperan los cirujanos y especialistas.

Hay 28 unidades de la Cruz Roja están a disposición, vienen de Puebla, Tlaxcala, Veracruz y otras delegaciones estatales para sumar un total de 250 personas listas para entrar en acción, en caso de que se requiera.

Sobre la calle Allende, con dirección a la plaza de toros “La Taurina”, un joven recorta al toro y da estupendos pases que emocionan a los presentes, los toros se juntan, se encuentran cansados.

Al paso de los imponentes astados la gente se sube a los burladeros, tratan de embestir y siguen su recorrido por el circuito, pero los sustos no paran, hay golpeados al tratar de ponerse a salvo.

En la calle Allende, muy cerca del Museo Taurino, un toro prende a un puesto de papas, el producto sale volando y pasa a medio trote, los pases y capotazos no lo detienen y el toro busca descanso al final de esta calle totalmente cerrada.

Los toros pierden fuerza a medida que avanza la capea callejera, situación que envalentona a los aficionados, se enfrentan a los cansados toros, se arrodillan frente a ellos, mientras los toros buscan la sombra, jalan aire con la lengua de fuera.

Sin embargo vienen los momentos más peligrosos, no hay reportes de accidentes graves, solamente de raspados y caídas, sustos y corretizas, pero el peligro no se acaba hasta que se acaba.

Comienza la falta de respeto a los toros por jóvenes alcoholizados, les jalan la cola, les avientan cerveza y en la primera mitad de este festejo no se tenían noticias de heridos graves.

Diez minutos antes de concluir el festejo, no hay reporte de heridos, los toros por su peso ya se niegan a correr, pasan los minutos, ya quienes lograron darles un capotazo y se lucieron hicieron valer la pena la asoleada.

En tanto había especulaciones si los toros serían lazados para meterlos a los cajones o ser arriados hasta la plaza de toros para ser embarcados de regreso a sus ganaderías de origen.

En punto del medio día, en la calle Allende uno de los toros prendió a un aficionado y le dio una vuelta de campana, tras el golpazo se negó a ser atendido por los paramédicos, mientras comenzaron  arriar los toros, para llevarlos a la plaza de toros.

12:00.-  El clarín de orden dio el aviso para el encierro de los 17 toros para dar fin al festejo, las boca calles fueron abiertas por donde ya habían salido los toros y así poco a poco se fue cerrando el circuito.

Los sustos vinieron cuando los toros fueron ingresados a los corrales en la plaza de toros, cansados y todo se regresaban ante el susto de los arreadores, quienes hacían vanos intentos por encerrarlos.

Otro joven en estado de ebriedad se quiso aprovechar de un toro, le jaló de la cola y de manera violenta fue embestido, sin que por fortuna lo lesionara, solo se llevó una buena tunda.

Fue auxiliado por elementos de la Cruz Roja y en los momentos que lo llevaban en la camilla a una ambulancia, el toro se regresó y todos huyeron despavoridos, incluso el herido que mejor se fue a refugiar a lo alto de las gradas.

La emoción no paraba, el encierro de los toros se complicó, y otra vez como siempre ocurre al inicio y al final los toros brindan emociones porque la gente piensa que ya los toros no embisten y sin embargo es cuando más ocurren accidentes.

Solamente tres toros habían sido ingresados a los corrales, tres toros se regresaron y de alguna manera los 14 astados que faltaban se negaban a meterse a los corrales.

Muchos aficionados ya acusaban los efectos del alcohol, agredieron a los integrantes de las peñas taurinas, los insultaron y les aventaron desde botellas, cerveza y basura, la agresiones a los arreadores y a los toros arreciaron por momentos.

La gente no quería que los encerraran, el caos fue total por todos lados, nueve toros en manada se dirigían  a la plaza de toros, sin embargo los aficionados volvieron a abrir los accesos y volvieron a regresar a los nueve toros.

Se regresaron al circuito, la gente se bajaba al pensar que ya no había peligro, el desorden fue total, por momentos los toros se pasearon a placer por las calles, por momentos los organizadores perdieron totalmente el control.

En el crucero de Allende con Morelos, fue abierto el circuito, el desconcierto fue total, nadie sabía lo que estaba ocurriendo, las maniobras se suspendieron, el peligro aumentaba por momentos luego de que los toros recuperaron fuerzas.

Un enorme toro marcado con el número 111 se quedó aislado y cansado, la gente lo molestaba sin respeto, le jalaron la cola, lo bañaron con cerveza, pero el animal ya no respondía a los abusos.

13:00.- Una hora después de la hora oficial, los vendedores y los ebrios hicieron de las suyas, sin importar que los toros estaban sueltos, en manada y cansados se bajaron a la calle y al negarse los toros a ser encerrados, se volvió al anterior sistema de lazarlos y meterlos de regreso a sus cajones.

El peligró crecía por momentos, los lazadores arriesgaron su integridad, ante la imposibilidad de ser arriados, otro toro fue lazado y remolcado a fuerza con un montacarga.

Otros montacargas hicieron su arribo, traían cajones para empujar a los toros hacia la plaza de toros, se juntaron tres montacargas para que en una especie de aplanadora obligar a los toros al encierro.

13:30.- Una y otra vez los toros escaparon para regresar al circuito, era cuento de nunca acabar, los toros ni podían ser arriados, ni tampoco eran lanzados, los intentos por encerrarlos fueron en vano.

Transcurrida más de una hora y media de lo previsto, a estas alturas los toros no hacen caso de nada, están muy cansados, la mayoría de la gente se confiaba, y el peligro aumentaba, los toros escaparon las veces que quisieron.

El toro marcado con el número 26, fue una pesadilla, en repetidas ocasiones casi fue encerrado, pero el toro fue muy inteligente, desarrolló sentido, no lo pudieron meter al cajón.

Enfurecido le quitó la puerta al cajón, giró en sentido contrario y derriba a cuatro de los caporales y el susto fue mayor porque ya los tenía contra el corral para embestirlos, pero finalmente escaparon el necio astado fue encerrado.

Fue el final de la Huamantlada, los toros dieron juego, la gente se divirtió, los aficionados se quedan picados y habrá que esperar hasta el año que entra, para mostrar la valentía, para nuevas emociones y para volver a vivir nuestra tradicional Huamantlada.

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