Alberto Aguilar.
25/121/2017
Los tlaxcaltecas salieron de su hogar para recibir cobijo musical y manifestar gratitud a la UAT: Alma Máter, fortaleza humanista que encumbra y da futuro profesional.
De la mano llegaron las parejas enamoradas, de la mano el hijo orgulloso de llevar a la abuelita, de la mano todos con la Universidad Autónoma de Tlaxcala en su 41 Aniversario.
Con el fondo musical Ese hombre no se toca, a manera de apertura, fue suficiente para emocionar a un público enteramente dispuesto a aplaudir el talento de Rocío Banquells: rostro de luneta vivaz, cabello rubio y largo, encopetado, alta en su estatura y tesitura vocal, rígida en su expresión corporal, a ratos tosca en la decisión de sus movimientos, sin duda encantadora y complaciente.
“41 años, qué hermosa universidad y qué hermoso auditorio”, fue la primera declaración de amor sincero dicho por la cantante y actriz.
La Banquells inició su repertorio, mostró carta abierta al romanticismo preparado para esa noche; inolvidable. Si quieren, Si nos dejan, fueron los temas primeros y los asistentes hacían coro y se deshacían, sumidos en la butaca, acariciando recuerdos revestidos de intimidad.
Carlos Cuevas hizo dueto con su gran amiga Rocío Banquells para después apropiarse del Centro Cultural Universitario. Las canciones románticas, se sabe, son el hueso que le encanta roer, o para decirlo con más precisión, las baladas son el convite que por años ha ofrecido a los palpitantes corazones.
El hombre tiene la edad de la mujer mientras la acaricia, aseguró Carlos Cuevas. El público saboreó cada balada y no limitó emociones expresadas en un Centro Cultural Universitario casi abarrotado.
Vimos a lo lejos a dos hermanos satisfechos de su empeño académico. Héctor Israel Ortiz cantaba y callaba; Serafín Ortiz aplaudía y bromeaba entre los ex rectores: 41 Años de la Autónoma de Tlaxcala es el triunfo de la sociedad tlaxcalteca, del alba del conocimiento.
Cómo no iba a ser inolvidable esa velada si La Sonora Santanera prendió la mecha de los evocaciones y le hizo recordar al cuerpo que también la nostalgia y el amor verdadero se pueden bailar y gozar.
De entre el público, hubo quienes subieron al escenario a bailar mientras que la mayoría hacía notorios pasos de baile y picazón coqueto al ritmo inmortal de “es la boa, es la boa”. Cantando, los asistentes le declararon a la UAT: “mi corazón es para ti, mi corazón es para ti”.