Eduardo Fernández
«Combatirse a sí mismo es la guerra más difícil; vencerse a sí mismo es la victoria más bella.» -Friedrich von Logau
Las encuestas, amadas por unos y odiadas por otros, pero casi siempre malinterpretadas por muchos. Se trata de instrumentos de medición que permiten conocer cómo se comporta la sociedad en función de un tema específico. En los procesos electorales, han sido un tópico importante pero poco determinante en el resultado de la elección. No se trata de una predicción sino mas bien, de un estudio prospectivo que no siempre acierta, esa es la realidad de las encuestas.
En las #Elecciones2018 las encuestas -tristemente- han sido el tema central de discusión muy por encima de las propuestas, va a ser complicado y vergonzoso explicar a las futuras generaciones cómo es que lo más importante en este proceso fue analizar las encuestas y no las propuestas de los candidatos.
En las últimas semanas, diarios de circulación nacional ha publicado encuestas donde uno de los candidatos le gana 2 a 1 al segundo lugar, que, de entrada, me atrevería a decir que, a pesar del rigor metodológico del estudio, dudo mucho que se replique en esa forma (2 a 1) en el resultado del cómputo.
Resulta ocioso hablar de los números y la diferencia que guarda el primer lugar con los demás, hay algo más que demuestran las encuestas y que pocas veces nos detenemos a analizar.
Se trata del comportamiento que adopta la sociedad en función de este resultado, seguramente alguien en redes sociales, en el café, o en casa ha tocado el tema de las encuestas y de la amplísima ventaja del primer lugar, se ha ufanado de algo que considera que sucederá tal cual, sí, 2 a 1, aunque no se cuenten con argumentos mayores que la mentada encuesta.
No me preocupa que el puntero pueda convertirnos en Venezuela o que quiera vender todos los aviones y helicópteros oficiales; me preocupa el comportamiento de quienes a pesar de estar restregando las encuestas no comprenden lo que realmente significa, es algo más que un posible triunfo.
En lugar de generar consenso, de construir alianzas que generen mayoría, de tratar de conciliar, de asumir lo que representa gobernar, de ir preparando un complicado terreno para lo que se avecina, de brindar certidumbre a quienes se sienten inseguros, ¡no!, cierran el puño, alardean sus encuestas, y ningunean desde su soberbia, se les olvida lo que implica gobernar.
Al final me quedan claras dos cosas:
- Ganar encuestas en muchísimo más fácil que prepararse para gobernar, y
- Hay que cuestionarse muy bien si eso es estar del lado correcto de la historia.