TLAXCALA/ 28/07/201/Jorge Lezama
Cuando la costumbre de nuestros campesinos y la necesidad apremia, ellos relevan la comodidad de los huaraches por un par de zapatos nuevos, que al mismo tiempo que dan otra apariencia, atrapan entre dolores y ampollas a los pies que en la mayoría de los casos obligan al portador a descansar un poco.
Una a una, las cuatro agujetas son desatadas de su red sostenedora y protectora, no hay nada más sabroso y relajante que devolver la libertad, como didas y un relajante masaje a nuestros pies,.
Esto ocurre en la soledad de las calles de Tlaxcala, donde el ojo entrenado atrapa el momento en que los zapatos y su dueño mantienen una estrecha relación, entre el dolor y la necesidad.